jueves, 26 de febrero de 2009

Al final del camino, el abismo


Por las noches trabajo pegadito a un geriátrico. El contraste es increíble. En el cyber decenas de niños corren, juegan, gritan y discuten por la manera desleal de matar en el Call of Duty o por cuantos level subieron en tan solo una semana en el Tibia. Cerca de las nueve, diez de la noche llegan los padres y se terminó la diversión. Cada uno para su casa.
En la casa de al lado la cosa es distinta. En la tardecita los viejitos salen a disfrutar de la sombra que les brinda la enorme parra que cubre el patio y cerca de las nueve, diez de la noche ya están durmiendo en solitario.
Ayer por primera vez, -confieso que no hace mucho que estoy trabajando en este lugar-, vi como se realizaba el ingreso de un abuelo. Que doloroso. Que momento feo y triste.
El auto se detuvo en la calle, frente al futuro hogar del hombre que con la cara más arrugada que nunca miraba por la ventanilla.
Una mujer rubia, -no podía ser de otra manera-, salió a recibirlos con una sonrisa de oreja a oreja. Les sugirió que subieran la vereda y estacionaran en la entrada misma del local.
El primero en bajar fue un hombre morocho, de gran porte y de ojos vidriosos que era justamente quien conducía el automóvil.
Casi al unísono el anciano abrió la puerta de su lado y amagó a bajar a toda prisa con una falsa expectativa y un todavía más falso apuro.
Las dos mujeres que viajaban en la parte trasera lo tomaron por el hombro y lo detuvieron. El viejito obedeció.
El morocho grandote, supongo que el hijo del anciano, lo ayudó a descender tomándolo por el antebrazo. 
Las mujeres descendieron lentamente. Una de ellas tenía lentes oscuros apesar de que ya eran las 10 de la noche. La otra, más entrada en años, tenía los ojos rojos y tragaba saliva sin parar en un claro gesto de contener las lágrimas que amenazaban a salir a borbollones. 
Los cuatro caminaron hacia el portón con la intención de entrar pero fueron detenidos por la mano de la mujer rubia. "Sólo él. Ya está grande como para que lo acompañen", dijo guiñando el ojo. Aquel momento me hizo acordar al primer día de jardín de mi hija. La maestra, tal vez más precavida que la responsable del hogar para ancianos, me había dicho que lo mejor era dejarla sola a la hora de la entrada. Que la acompañáramos hasta la puerta y la despidiéramos allí. "Para ellos es mejor. Entienden que ustedes se van y que ella se tiene que quedar. No son buenas las despedidas largas. Sólo incrementan esa pequeñita angustia de dejarlos a ustedes", nos comentó en aquel momento a mi mujer y a mi.
Esto era muy similar. La enfermera también tomó por la mano al anciano como la maestra de mi hija la tomó aquel día.
Lentamente caminaron por el pasillo debajo de la parra. La reacción del anciano fue también idéntica a la de mi nena. Miró por encima de sus hombros y se largó a llorar desconsoladamente. 
Lamentablemente, y vaya uno a saber porqué, ni el hombre ni las dos mujeres tuvieron la reacción que tuvimos aquel día mi esposa y yo. Salimos corriendo hacia ella, la abrazamos, la levantamos en los brazos y le dijimos a la maestra... "bueno..., puede empezar mañana, ahora nos vamos a la placita". 

"Cuando la vejez te llega, no es que vuelves a la infancia, es que moderas el paso y al fin la niñez te alcanza".
(José Bergamín Gutierrez, poeta y dramaturgo madrileño)

14 comentarios:

  1. Pucha...

    Se habla de los parecidos y similutudes con la nueva vida y la que queda en el otro extremo.
    pero la diferencia está en esas residencias...

    Mientras tu nena va a ese liugar a aprender y a disfrutar de sus amiguitos, y sabiendo que entres o cuatro horas vuelve a casa...
    El abuelo...
    Pucha che, las lágrimas acompañan estas últimas palabras inconclusas...

    Abrazo patrás

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  2. Que situación mas jodida!
    Supongo que para todos.
    En mi familia no recuerdo a nadie que terminara en un geriátrico o casa de salud, y espero que se mantenenga la tradición.
    De todos modos, hay buenos lugares y a veces parece la única solución.
    Que tal es el que hacés referencia?

    De todos modos, debe ser muy jodido.

    Saludos.

    PD: veo que la pelea que contaste anteriormente fue en tu lugar de trabajo.

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  3. Es un buen lugar por lo menos en apariencia. Uno nunca sabe que hay detrás de los muros, pero parece ser un buen lugar. Y si, tenés razón, la pelea que conté fue en mi lugar de trabajo. Pero bueno, así es este mundo,nos vamos descubriendo poco a poco en cada post... es lo divertido y lo bueno de todo esto.

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  4. Que situación triste; pensar en pasar los últimos días en un lugar como ese rodeada de desconocidos provoca angustia. Da la impresión de que fuera un depósito donde se deja algo que ya no sirve.
    Me puso triste, pero me gusto mucho este post. Que buena frase la del final!
    un abrazo

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  5. como solamente puedo dejar una sonrisa entre nostalgica y amorosa (no me crean tanto)
    para lo q escribiste (incluso la cita del poeta)
    con mucha imaginacion = :D

    un abrazo.
    Georgina.

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  6. qué triste!!! es lamentable, cada vez molesta más la vejez, me hiciste acordarme de mis abuelos que ya no están conmigo y los extraño muchísimo!!!! besos

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  7. Gracias por tu visita.. y si son mios.. escribo desde mis 12 años... me apasiona.. y amo lo que hago.. y bueno asi me quedan.. jajaj hago lo que puedo...

    Besotes.. nos leemos.

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  8. La vejez...que triste que moleste tanto.
    Besitos :)

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  9. Hay veces, que no es que la vejez moleste sino que, los hijos tenemos que trabajar desde la mañana hasta la noche y atender hijos, marido, casa, y no tenemos lugar en nuestros hogares para darles todo el confort que necesitan, sobre todo, si los dos están vivos y uno de ellos, en silla de ruedas y sin poder ver nada más que sombras. No es por falta de amor, sino a pesar del amor, que tenemos que dejarlos en un lugar donde los atiendan con mucho cariño y les den buena comida y a su hora.
    Un abrazo,

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  10. El Escrito es sumamente sensible,llegan los sentimientos. Gracias por tu visita.
    Besos y amor
    je

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  11. Gracias por asomarte a mis retales...
    Me prometo a mi mismo volver pronto y leer todas tus entradas, ya que parecen muy prometedoras.

    No estoy de acuerdo con el parelelismo. Ni que las despedidas de los padres en las guarderías tienen que ser rápidas y sueltas. Los niños sienten el abandono pero no lo comprenden, y al rato se acostumbran que no se les está abandonando, sino que aquello de separarse de los padres es algo que forma parte de un proceso natural-
    Los ancianos, en cambio, SABEN lo que es el abandono, y comprenden perfectamente qué significa franquear la puerta de un geriátrico. Aunque les atiendan mejor que en casa y mejor que sus propios hijos.

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  12. Supongo que fue una mala jugada de mis hormonas de recién parida, pero hace años cuando me dieron de alta con mi bebe recién nacido, a la salida del sanatorio entraba una viejita en una camilla, con suero, y al lado un hijo hombre grande, acompañándola. Por un momento sentí que ese era el final del camino que yo estaba iniciando tan feliz en ese momento y me puse a llorar como loca. Depresión post parto? puede ser. O realismo. Cariños. Te deje un comentario en el post anterior.

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  13. Muchas gracias por tu visita y omentario... vuelve cuando lo desees...

    Abrazos

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